Todos alguna vez hemos querido soñar despiertos, imaginar
cosas inexistentes y que se hiciesen realidad, volar, dulces infinitos, ser
invisible… Todo esto no es exclusivamente para niños, cada uno tenemos nuestros
propios sueños, sueños que podemos traer a la realidad, sentirlos sin necesidad
de estar dormidos, mediante la literatura.
Este término nos
resulta algo negativo desde que tenemos uso de razón, cuando en realidad
debería de ser todo lo contrario. Desde pequeños nos han obligado a hacer que
nos guste la literatura pero, bajo mi punto de vista, es un procedimiento erróneo,
pues lo que hay que buscar en los niños es que sepan querer a la literatura y
utilizarla como entretenimiento.
Yo me considero una víctima, de tantas, de este
procedimiento erróneo. Siempre me he visto obligado a leer y pocas veces he tenido
tiempo libre y me he puesto a leer, ya que lo veía como algo obligatorio y
puramente escolar. Con el paso del tiempo, sigo un poco en esa línea, pero he
recapacitado y he llegado a comprender lo que de verdad tienen que sentir los
niños al leer, por lo que intentaré, como profesor, que mis alumnos lleguen a
amar la lectura, aunque antes de eso debo hacerlo yo.